Aprender a Estudiar: Leer, Comprender, Recordar, Exponer

Cursos grupales + enseñanza personalizada individual.
Para alumnos de Ciencias Sociales y Ciencias Biológicas
A cargo del Dr. Juan Carlos Paradiso

Se ofrecen diversas formas de enseñanza:

1) Recursos generales para la enseñanza en el aula (para docentes):
Metodologías de taller, grupos operativos, Técnicas de estudio, comprensión de textos, recursos mnemotécnicos, Lectura Veloz

2) Recursos de aprendizaje para alumnos de nivel secundario o universitario

3) Acompañamiento para el aprendizaje de textos específicos para exámenes de ingreso o finales.

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Clase en Universidad de Salamanca

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Curso: Profesorado en Educación, Salamanca, España

jueves, 13 de agosto de 2009

Lectura Veloz: ¿Es posible?

Clase 10

técnicas de lectura veloz (LV)

Por el profesor Juan Carlos Paradiso

publicado originalmente en Diario 'La Capital' de Rosario

Quizás la primera pregunta que surge en relación a este tema sea: ¿la lectura veloz es simplemente un aumento de velocidad de la lectura?: como la respuesta que vamos a dar es negativa, tendría que empezar cuestionando la precisión del nombre consagrado. Uno de las característica esenciales de la LV es que se elimina la reproducción silábica, es decir que quien lee reconoce las palabras de un ‘golpe de vista’ eliminando hábitos arraigados como la lectura de las sílabas para poder reconocer palabras. También se podrían reconocer frases de esta manera. Algunos hablan de ‘fotolectura’ y el término no es tan desafortunado, en cuanto el reconocimiento de las palabras es como en una foto.

Cuando se comenzaron a aplicar las técnicas de LV – speed reading – en los EEUU y en Europa, muy pronto se cayó en la cuenta que lo que estaba sucediendo era un verdadero cambio cualitativo y no meramente una mejoría cuantitativa de la velocidad. "Speed reading" no era solamente "mayor velocidad" o si se quiere: no era "más de lo mismo". Hablamos de cambio cualitativo. Los que practican "speed reading" no solamente leen más rápido: leen de una manera diferente.

Como sabemos, las lenguas indoeuropeas (entre las que se encuentran casi todas las de Occidente) se escriben con letras y sílabas: cada sonido tiene una sílaba que lo expresa (que se denomina morfema). Quien lee, lo hace progresando linealmente de izquierda a derecha. Los árabes progresan de derecha a izquierda y los chinos (que además no tienen sílabas sino figuras) lo hacen hacia abajo[1].

Entre los indoeuropeos hay lenguas muy diferentes: los sajones, los eslavos, los hindúes, las lenguas derivadas del latín, etc.). En todas ellas escribimos y pronunciamos linealmente de izquierda a derecha, incluso siguiendo el orden de las sílabas; esto es obvio hay una secuencia de sílabas que no puede alterarse para la comprensión del discurso o del texto.

En el caso del castellano hay otra particularidad: a diferencia del inglés que es opaco, el nuestro es un idioma transparente, significando con ello que cada sílaba se escribe y se pronuncia de la misma manera. De alguna manera esto nos invita a que pronunciemos cada sílaba: lo hacemos en voz alta o con una "voz interior", pero casi todos dependemos de esta voz "hablante o muda". Si queremos tener un ejemplo práctico de esta voz interior, contemos silenciosamente (con la boca cerrada) de uno a 10 rápidamente: es posible que hasta nuestra lengua se mueva tratando de pronunciar los números, a pesar de que no hablemos en voz alta.

Ahora bien: las personas que practican LV, no leen sílabas: las palabras y las frases aparecen de golpe, como produciendo un impacto en la vista y en la mente: lo que sucede es el reconocimiento visual de las palabras. Incluso, los mejor entrenados podrían reconocer frases enteras, o sea que captan grupos de palabras, puesto que no leen linealmente ni tan rigurosamente de izquierda a derecha, sino que en la lectura siguen una dirección que tiende a ser vertical, es decir, de arriba hacia abajo, generalmente abarcando grupos de palabras en cada “golpe de vista”. Ello es más fácil en los periódicos que tienen columnas más angostas.

Hablemos ahora un poco de números. Una persona medianamente instruida y que mantiene cotidianamente el hábito de leer, es capaz de hacerlo a una velocidad muy superior a la usada para hablar. En la palabra hablada, si bien la velocidad varía de acuerdo a la intención del que habla, a su modalidad, al tema tratado, etc. , la media para la conversación normal está alrededor de las 150 palabras por minuto (ppm). Es posible que en un monólogo se alcancen las 300 ppm, si no hay interrupciones ni necesidad de pensar demasiado. Hay incluso oradores que logran superar las 300 ppm.: John F. Kennedy es mencionado en el libro de los récords como el orador público que más palabras pronunció en un minuto: 327 palabras. Esto sucede obviamente con el idioma inglés; es probable que en castellano la cifra límite sea ligeramente inferior. Si midiéramos alguna grabación del genial Tato Bores, quizás nos encontraríamos con valores de este orden. Estas son las máximas velocidades para la palabra hablada, ya sea en la conversación o en la lectura en voz alta. Claro que no estamos afirmando que sea genial por su rapidez de pronunciación (...)

Si nos tomamos el trabajo de cronometrarnos cuando leemos en silencio (lectura silenciosa) nos encontraremos con la aparente casualidad de que la velocidad suele ser del mismo rango que cuando leemos en voz alta rápidamente. Podemos probarnos leyendo un artículo en voz alta con la mayor rapidez posible y luego leer otro artículo de longitud similar silenciosamente: las velocidades son casi las mismas. ¿Es casualidad?: NO. En realidad sucede como que no pudiéramos ir más rápido de lo que lo hacemos con la lectura en voz alta... ¿estaremos hablando con nosotros mismos?: ¿no será que tenemos la costumbre de repetirnos mentalmente lo que leemos, usando el lenguaje interior o la voz interior?: Pues bien: eso es lo que ocurre. Precisamente hemos impuesto un límite a la “velocidad mental” porque nos hemos acostumbrado al ritmo de la voz hablada y nuestro pensamiento debe acoplarse a este ritmo. Y aunque leamos “en voz baja” o silenciosamente, tendemos a quedarnos dentro de esos límites de velocidad.

La LV es fundamentalmente una destreza que se aprende con unos pocos elementos teóricos y se alcanza a dominar con la práctica. Con las técnicas de LV, trabajando con estudiantes y graduados universitarios, he obtenido promedios de velocidad semejantes a los expresados por autores de habla inglesa. En personas adultas, la mayoría de los que inician el curso leen a una velocidad entre 150 a 300 ppm. Considero rápidos a los que leyendo silenciosamente superan las posibilidades de la palabra hablada (digamos por encima de las 300 ppm) y lentos a los que se encuentran por debajo de 150 ppm. Pero todos ellos pueden beneficiarse de la incorporación de una técnica de LV. La adquisición y el dominio de esta técnica se logra en un plazo de pocos meses, a través de ejercicios y con ellos es posible lograr duplicar o triplicar la velocidad de lectura.

Los que defienden las técnicas de “Lectura Veloz” afirman que con ellas no solamente se mejora la velocidad, sino también la concentración y la comprensión. Pero, por otra parte, los científicos que trabajan el tema de la comprensión de textos, sostienen que la lectura de sílabas es parte importante de la comprensión. En realidad, cuando uno lee para comprender, regula la velocidad de lectura en forma automática: más lentamente cuando el texto nos parece confuso o poco familiar, más velozmente cuando conocemos el tema. En otras palabras:

Después de haber trabajado con estas técnicas, resumo así mi posición personal:

q La LV es un recurso útil pero para situaciones específicas o puntuales y está muy lejos de satisfacer las expectativas que generan las empresas comerciales con sus promesas.

q Un ligero aumento de la velocidad de lectura puede ser útil a la mayoría, pero siempre dentro de límites normales, sin preocuparse por lograr una velocidad record.

q La LV, en cuanto técnica capaz de duplicar o triplicar la velocidad, no debería usarse durante la lectura de estudio, en el momento en el cual intentamos comprender un texto.

q Se puede usar LV para efectuar un rápido pantallazo sobre un texto confines exploratorios[2], o para buscar determinadas palabras en el mismo texto: búsqueda de palabras no es lo mismo que comprensión de su significado.

q También puede resultar útil un aumento de la velocidad de lectura en los repasos, siempre regulando con la comprensión, es decir priorizando la comprensión del texto.

q La velocidad de lectura no puede ser siempre la misma. Es rígido, inelástico, poco sutil, poco inteligente, leer todo a la misma velocidad. La velocidad es, a cada tramo de la lectura, una decisión estratégica, debes ir eligiendo la velocidad frente a cada segmento.

q Fuera del ámbito estrictamente de estudio, puedes leer boletines o noticias del diario con gran velocidad y sin perderte demasiado contenido. Puedes encontrar rápidamente ciertos temas – que después leerás pausadamente si te interesa comprenderlos o estudiarlos – y quizás no hay mucho más que eso.

q Si me permites una burda comparación, en la lectura “por placer” usar el recurso de LV es como leer una novela condensada, tal como sucede en una conocidísima publicación norteamericana. A quien le guste ese tipo de resúmenes, quizás encuentre que con la LV también puede ahorrarse tiempo. Y nada más.

Si, luego de esta explicación muy ponderada, sientes que la LV puede ayudarte, entonces tienes algunos ejercicios que ponemos a tu disposición. Tu velocidad de lectura puede mejorar mucho. Recuerda en qué ocasiones en conveniente usarla. Si te satisface, existe la posibilidad de que accedas a un curso más específico, en el cual trabajamos intensivamente estas técnicas. Para los docentes también disponemos de información adicional, tanto en lo teórico como en lo metodológico, de manera que puedan conocer más acerca de los fundamentos y de la manera de transferir las técnicas a la enseñanza.

Antes de continuar con la teoría haremos algunos ejercicios. Los ejercicios que proponemos guardan un cierto orden lógico. Ve practicando con ellos.

Ejercicios

Te mostramos una serie de ejercicios de diferente velocidad. No creas que puedes realizar todos juntos. Si no tienes práctica en el tema, debes primero comenzar con ejercicios más lentos, tales como

“Columnas de 2 palabras velocidad baja”

“texto 2 palabras velocidad baja”

“LV con el diario”

Los ejercicios de columnas puedes ejercitarlos 10 minutos por día. El del diario requiere aproximadamente 30 minutos al día. Todo esto puedes hacerlo hasta que sientas que has mejorado tu velocidad. Luego puedes pasar al segundo grupo de ejercicios, con una velocidad mayor o con letra más pequeña. También hay ejercicios bastante rápidos, que tardarás en poder realizar exitosamente, no antes del mes. Igualmente recuerda que estos ejercicios son una pequeña muestra de lo que es la lectura veloz, no pretendemos que hagas un curso completo porque aquí estamos presentando los fundamentos.

Lectura adicional

En “Lectura y comprensión” tienes la posibilidad de relacionar lo que venimos diciendo acerca de la lectura veloz con lo que ya sabes sobre la comprensión. Nunca nos quedaríamos satisfechos si crees que la LV puede practicarse al margen de la comprensión.

Cuando hayas finalizado con la primera tanda de estos ejercicios y la lectura adicional, pasa a la página siguiente. Esta segunda parte puedes considerarla como un nuevo capítulo, de manera que es una buena oportunidad para tomarte un descanso y retomar otro día. Si, en cambio, estás apasionado por el tema, no hay inconvenientes que sigas leyendo.


VARIACIONES DE LA VELOCIDAD DE LECTURA

El buen lector debe adaptar su velocidad al tipo de material con el cual se encuentra, lo mismo que el buen conductor – de cualquier vehículo – sabe que no puede afrontar todos los tramos con la misma velocidad, ya sea que se encuentre en una pista o en la ciudad. Si bien esto parece muy obvio, lo cierto es que la mayoría de los lectores comunes tiene una gran rigidez en su velocidad de lectura, pudiendo variarla muy poco en la práctica, salvo una lentificación forzosa en los materiales o en los tramos de mayor complejidad, que no puede compensar con aumentos reparadores en los tramos m s simples.

Experimentalmente está comprobado que un ser humano[3] puede percibir imágenes de una duración de apenas 1/50 segundos (50 milisegundos). Ello equivale a decir que un sujeto podría captar 20 imágenes en un segundo. Pero: ¿es esto posible en la práctica? Este valor se obtiene sólo en forma experimental. Ahora bien: estas imágenes que pasan a tal frecuencia, ¿tienen tiempo de ser comprendidas? ¿ingresan a nuestra memoria? ... seguramente que la mayoría no ingresa. Quiere decir que a esta velocidad no hay posibilidad de manejo de la información por el cerebro y por lo tanto tampoco habrá comprensión. Si no fuera por esta necesidad de decodificar, de comprender, con la lectura podríamos llegar, teóricamente, a miles de palabras por minuto (ppm)[4] Este es el límite de velocidad de reconocimiento que permitiría nuestro sentido de la vista. Pero, lamentablemente, estamos muy lejos de poder alcanzar esta marca en la lectura: reconocer no es lo mismo que leer .

Se sabe que el ojo se mueve a través del texto no en forma continua, sino por medio de saltos y fijaciones. Sólo en las fijaciones se puede leer, mientras que los saltos son movimientos de traslado – como sacudidas – entre dos fijaciones. Se ha establecido experimentalmente que el tiempo de fijación del ojo no puede ser inferior a 1/5 de segundo, es decir 200 milisegundos, siendo bastante constante para todas las personas. El máximo de velocidad no podrá superar, entonces, las 5 fijaciones por segundo o 300 por minuto, valor al cual habría que descontar 10% de tiempo perdido en los movimientos de los ojos.

La cantidad de información del texto que puede leerse, depende entonces de cuántas palabras seamos capaces de incorporar en cada fijación (por ej.: una palabra por fijación dará un máximo de 270 a 300 palabras por minuto, mientras que con tres palabras se llegaría casi a 900 por minuto). Los lectores pobres, que aún no han superado la velocidad con la cual egresaron de la escuela, solamente pueden leer silábicamente, es decir que en cada fijación pueden incorporar una o dos sílabas, Su velocidad promedio estar alrededor de las 150 palabras por minuto, puesto que requieren dos fijaciones para cada palabra.

I ma na te le yen do de es ta ma ne ra

Quizás no sea una exageración afirmar que cuando llega a la última sílaba ... íya se olvidó de la primera!

En cambio, los buenos lectores, reconocen muchas palabras a primera vista, sin necesidad de ver todas sus letras o sílabas. Tienen como una foto de cada palabra. Y seguramente algunos forman fotos de frases, como veremos en algunos de los ejercicios. Ello significa que el lector con pericia puede usar flexiblemente distintos recursos para leer: a veces silábicamente, otras veces palabras que reconoce casi sin mirar o frases enteras.

Como decíamos al principio, los buenos lectores – o expertos si se quiere – suelen ajustar la velocidad de lectura según el tipo de material y sus propios intereses. Ello amerita intentar una clasificación simple de los materiales de lectura. Si estoy siendo claro, la clasificación tiene en cuenta tanto el tipo de material como los intereses del lector. Yo propongo la siguientes categorías:

q Lectura atropellada: a alta velocidad, solamente para búsqueda de palabras. Se alcanzan velocidades mayores a las 1000 ppm. (Estrictamente no es lectura sino reconocimiento: frecuentemente cuenta con publicidad comercial tendenciosa y falaz)

q Lecturas superficial, selectiva y exploratoria: aquí incluiría una serie de técnicas de lectura como el salteo, lectura de títulos y resúmenes, lectura de la primera oración de cada párrafo, etc., que son utilizadas en diversas circunstancias. Se usan generalmente con material no significativo, pero también en el estudio, ya sea en la fase inicial de prelectura o en algunos repasos ulteriores.

q Lectura común o promedio con fines de distracción o información general: novelas, o material de lectura que interesa al lector pero que no debe ser necesariamente aprendido (sin intención de estudio sistemático).

q Lectura analítica o de estudio

Personalmente postulo que las categorías de lectura se ordenan primordialmente por el propósito del lector (búsqueda, exploración, distracción, comprensión o aprendizaje sistemático). En cada una de ellas se usa predominantemente un tipo diferente de memoria (almacén sensorial, memoria de trabajo o memoria a largo plazo respectivamente) y por lo tanto hay una función mental distinta: percepción, comprensión y memorización).

Nos referiremos a estas categorías puras de tipos de lectura por razones didácticas, aunque es obvio que existen técnicas mixtas y estrategias alternativas, en donde pasamos superficialmente por algunas partes del texto (utilizando incluso técnicas como el "salteo") y nos detenemos en otras. Como se sabe, la destreza de variar la velocidad de acuerdo al pasaje, es una de las características más interesantes del buen lector.

a) La lectura superficial se vale del almacén de información sensorial o AIS. No se intenta retener nada; solamente sirve para la búsqueda de alguna palabra o frase. La gran mayoría de las palabras que se "pasan" no se podrán recordar. Dicho de otra forma, no hay registro y se trata de una percepción pura, sin intervención de la memoria propiamente dicha.

La mayoría de los ejercicios usados para la lectura veloz son con material no significativo, donde se procura agudizar la percepción. Es obviamente una percepción que está a nivel del órgano sensorial, es decir de la vista y no del sistema nervioso.

Esta técnica es lo que algunos llaman "lectura atropellada" para distinguirla de la verdadera lectura rápida. Sin preocupar la comprensión se lee a la máxima velocidad de percepción posible. Por ej. García Carbonell algo metafóricamente expresa que las altas velocidades sirven para "borrar", mientras que las bajas velocidades para "grabar". Siendo así, en todo trabajo de buena lectura tendrían que alterarse voluntariamente los ritmos de percepción del escrito. "De este modo, por contraste de velocidades – rápidas y lentas – según convenga a cada parte, quedarían "fijados" los conceptos esenciales y "borrados" los que no lo sean".[5]

Las velocidades que pueden lograrse con esta técnica son muy elevadas. La mayoría de los autores coinciden en que por lo menos se puede duplicar la velocidad promedio. Sin embargo, hay un límite aparente para la comprensión, el cual parece hallarse, para la mayoría de las personas, entre las 800 y 1000 palabras por minuto. Es decir que las velocidades mayores no permiten interpretar la mayor parte del contenido del texto. No obstante, estas velocidades altas son útiles para recorrer con la vista un texto buscando algunas informaciones específicas. Se puede llegar a recorrer un texto a una velocidad de miles de palabras por minuto.

Pero la percepción aislada no alcanza. La percepción debe seguirse de la comprensión, donde el cerebro debe vincular, asociar las palabras, las partes del discurso, debe hacer operaciones complejas. A esta velocidad, no se puede realizar ese tipo de trabajo.

Velocidades altas también pueden alcanzarse en las revisiones y en los repasos. Claro que es diferente en sus objetivos a la lectura superficial. Mientras en las revisiones se confronta rápidamente y se trabaja con la memoria de corto y largo plazo, en la lectura superficial sólo se reconocen palabras en un sentido de búsqueda. Entonces es útil distinguir entre lectura rápida (con fines de repaso, etc. pero intentando recordar) de la que llamamos lectura "atropellada o superficial" de búsqueda, que debemos usar cuando buscamos un nombre en la guía o para encontrar ciertas palabras en un texto. También digamos que ambos tipos de lectura pueden combinarse, pasando algunos párrafos atropelladamente y deteniéndose un poco en ciertas partes.

b) La lectura común a velocidad promedio es la que se usa en la mayoría de los textos comunes: para leer diarios, revistas, la información menos compleja y también mucho material de estudio del cual sólo se tiene que retener los datos generales (materias humanísticas, relatos, crónicas, etc.).

En un sentido estricto, ésta es la verdadera lectura y la velocidad que debe registrarse, dado que (a) se lee comprendiendo, no "se pasa por arriba" (como era en el caso de la lectura superficial); (b) no nos detenemos para realizar otros procesos complejos como son repetir para memorizar o pensar para comprender complejidades (como sería el caso del estudio). Las velocidades se refieren a la lectura de todo el texto, sin efectuar salteo.

La velocidad promedio varía para cada persona y en cada momento. Un buen lector, sin entrenamiento[6] especial, puede superar las 250 palabras por minuto (es lo que vemos en los estudiantes universitarios avanzados que comienzan un curso de lectura veloz) mientras que los que no son lectores habituales tienen una velocidad entre 150 y 180. Esta velocidad va mejorando lentamente a través de los años. Al efectuarse un curso de lectura veloz la velocidad aumenta en forma rápida.

Luego del entrenamiento, en la lectura informativa, o en textos simples de narrativa leídos con fines de esparcimiento, es posible alcanzar una velocidad bastante elevada. El límite superior varía según la experiencia de diferentes autores entre los 500 y 1000 PLM[7].

El objetivo de este tipo de lectura es seguir el hilo del texto, retener las ideas generales y recordar algunos detalles significativos.

c) llamamos lectura analítica o de estudio a la que se utiliza con el objetivo de aprender un determinado material de estudio. Aquí la velocidad es relativamente baja. El objetivo no es solamente "seguir el hilo, comprender el sentido general y recordar superficialmente algunas ideas" sino también aprender (memoria de largo plazo) asociar, comprender relaciones de la estructura, encontrar claves, etc.

Una velocidad de estudio podrá llegar a las 250 PLM. o quizás a las 300 PLM. Pero, no todo "material de estudio" debe leerse a esta velocidad; en los métodos más modernos la velocidad de lectura debe graduarse de acuerdo a las siguientes consideraciones:

1) La primera lectura – aún con material de estudio – es aconsejable que se efectúe en forma muy rápida, deteniéndonos únicamente en los subtítulos, esquemas, partes seleccionadas de cada párrafo, etc. o sea una exploración o "pantallazo a vuelo de pájaro". (Paso A del método SQ3R)

2) Se reserva la velocidad de estudio para la segunda lectura. Durante esta fase, efectuada inmediatamente después del caldeamiento, el estudiante reduce su velocidad y la gradúa en base a la necesidad de familiarizarse con determinados términos o giros idiomáticos, de comprender el significado de todo el material, más aun cuando se trata de partes complejas, una demostración científica o en aquellos casos en los cuales se debe memorizar un alto porcentaje de la información.

Durante esta lectura de estudio debe cuidarse de mantener una velocidad adecuada: no debe leerse demasiado ligero ni demasiado lento, pues en ambos casos se dificulta la comprensión. Recientemente se ha demostrado, en Israel, que un cierto aumento de la velocidad de lectura aumenta la retención de lo leído.

Esto no puede estar sujeta a tablas o números rígidos. Cada estudiante debe encontrar su velocidad, que deber adecuarse para cada material.

Si encuentra más fácil la pronunciación en voz alta para la memorización, es conveniente que repita algunas palabras al terminar el párrafo, en vez de caer en el viejo hábito de la vocalización indiscriminada.

Otros recursos

En LV se usan con frecuencia otros recursos que ayudan a aumentar la velocidad. Entre ellos mencionaremos:

q Salteo: se lee la primera parte del párrafo, completando o no la oración, pero a gran velocidad, tratado de captar el sentido general del texto. También es útil leer el final, que nos orienta en parte sobre todo lo que dice y, sobre todo, el resumen o las conclusiones.

q Screening que no es otra cosa que la búsqueda de una palabra en el texto a gran velocidad, sin pretensión de comprender. Sería como la ‘lectura’ atropellada que vimos.

q La lectura en sentido vertical, tratando de no fijar la vista en una palabra sino en un conjunto de ellas. Es más fácil para realizar con el diario, como uno de los ejercicios que proponemos.

q Con respecto al uso de la mano, hay dos escuelas: algunos recomiendan usar el índice como impulsor de velocidad. Es decir apoyar el dedo sobre el texto y deslizarlo rápidamente guiando la lectura en un sentido más bien vertical o por lo menos oblicuo. Otros dicen que está prohibido. Esta discrepancia para mí tiene una explicación. En LV no debe usarse la mano para enlentecer, pero sí podría usarse para acelerar, si ella va por delante de la fijación de los ojos, como guía. En otras palabras: como motor adelante y no como lastre atrás de los ojos.

Lectura adicional

Ahora irás cerrando tus lecturas adicionales. En este caso te encontrarás con la segunda parte de “lectura y comprensión”, enfatizando lo que te hemos dicho hasta el cansancio: no basta leer rápido si no comprendes. Es más, cuanto mejor comprendas más rápido leerás.

Ejercicios

En esta fase, luego de una o varias semanas de práctica con los ejercicios más lentos, puedes empezar con los de velocidad media o letra pequeña. Con el diario te aconsejo que sigas para siempre. ¿Lo has entendido?: con el diario practica todos los días de tu vida la lectura veloz!! Finalmente, si después de varias semanas de práctica puedes intentar los ejercicios más rápidos, aunque éstos son muy avanzados.

Para saber más. Bibliografía para docentes

García Carbonell R (1979): Lectura R pida para todos. Método completo de Lectura Veloz y Comprensiva. Madrid: Editorial A. Fossati

Serafini MT (1991): La lectura, En "Come si studia" Gruppo Editoriale Fabbri, Milano, 1990 (Cómo se estudia. Barcelona: Paidós, pp 43-72

Garelli JC (1977): Método de Lectura Veloz. Bs. As.: Troquel, 2ª ed

Fry E (1973): (Técnica de la Lectura Veloz. Manual para el Docente. Bs. As.: Paidós (Teaching Faster Reading. A Manual. Cambrigde University Press, London, 1963)

PARADISO, J.C. (1994): Comprensión lectora y situación de los métodos de lectura veloz ¿Archivos mentales para frases? Simposio Aprendizaje y Salud, Rosario, 1994 Publicado en: “La escuela común y el niño con dificultades de aprendizaje”. Actas del Simposio Aprendizaje y Salud. Rosario, agosto 1995, pp 175-181

paradiso, J.C. (1999): Reconocimiento de palabras y sistemas de memoria, en Antonio Sánchez Cabaco & J. ARANA MARTÍNEZ, Manual de prácticas de Memoria, Madrid, Alianza Editorial, cap 18, pp 231-241

PARADISO, J.C. (2000): “La vía visual en el reconocimiento de palabras: ejercicio cronometrado de lectura veloz”. Revista de la Facultad de Psicología de la UNR, año 3, tomo 1 y 2, pp 117-132.



[1] Entre paréntesis: una deliciosa película de la enseñanza de la lectura en China la tenemos en “Ni uno menos”, filme que puede encontrarse en el circuito comercial de videos.

[2] Es decir, en la fase de caldeamiento del método SQ3R modificado, que hemos desarrollado en un capítulo anterior.

[3] Aquí empleamos “hombre” como género humano (es decir que es válido para hombre o mujer). Cuando sea necesario se recurrirá a categorías como ‘individuo’, ‘sujeto’ o ‘persona’ que son utilizados en educación o en psicología con una carga ideológica que las da connotaciones diferentes.

[4] Se usan las siglas ppm (palabras por minuto) y plm (palabras leídas por minuto).

[5] La obra está citada en la bibliografía al final de este capítulo

[6] Entrenamiento: esta palabra está bastante vapuleada por su relación con la psicología conductista. Pero tengamos en cuenta que la lectura veloz es en buena parte una destreza. No queremos usar eufemismos. Se trata de un aprendizaje y una práctica muy ligadas a la cuestión motriz. A pesar de ello intervienen – debemos hacer intervenir – procesos estratégicos, con lo cual el entrenamiento queda subsumido o al servicio de un plan.

[7] Información adicional para docentes: Velocidades máximas de lectura. Por ej., para Serafini (2) se sitúa en las 500 PLM (perdiendo la comprensión pasando la velocidad de 800 o 900 palabras). También para Fry (idioma inglés) muchos pueden leer cómodamente a 500 PPM después de un período de entrenamiento. Es posible lograr 750 PLM al cabo de un año, si se continúa con la ejercitación. De acuerdo a García Carbonell (1) se pueden lograr, con buena comprensión, velocidades de 1200 palabras por minuto. Este autor cita que J. F. Kennedy había logrado velocidades de 1000 PPM, lo mismo que el autor J. Bergier, aunque ellos son considerados "lectores prodigiosos". En nuestra experiencia, la velocidad útil es variable según las personas: quizás pueda alcanzarse el doble de la velocidad inicial al cabo de dos meses de práctica. El límite no es fijo. Estará en relación directamente proporcional al conocimiento previo y al entrenamiento del lector, e inversamente proporcional al nivel de complejidad del material. A estos factores – sumados a las diferencias entre los diferentes idiomas – atribuimos las discrepancias entre los autores.

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